¿Desde dónde actúo?

criaturasEsa es una gran cuestión, que tod@s deberíamos plantearnos, al menos de vez en cuando. Por mi parte creo que soy bastante consciente de mi manera de actuar, de sentir, de pensar, y frecuentemente sé perfectamente que lo hago desde donde deseo. No es que yo sea sí y y está, se trata, como en tantas otras cosas, de la combinación de decisión y práctica.

Digo decisión porque lo primero necesario es querer hacerlo. Yo tengo claro que quiero actuar desde un estado de calma, de centramiento, de buenas intenciones, … en definitiva, desde el AMOR como fuerza generadora de pensamientos, emociones y acciones con una intención que podríamos denominar «buena» o «beneficiosa». Como mínimo es beneficioso para mi actuar desde ese estado del ser, y l@s de mi entorno también se benefician de esa intención (aunque eso les corresponde a ell@s decirlo)

Y digo práctica ya que, al haber nacido y crecido en esta sociedad, donde la competitividad, los miedos, las prisas, las expectativas,… son tan elevados, el lograr actuar desde un lugar en el que sientes el corazón y la mente en coherencia y armonía, requiere de un re-aprendizaje, y eso, en gran parte, requiere de práctica.

Este tema me vino a la mente esta semana, cuando paseaba por la mañana un día con mi hijo, mi hija, mi perra y mi madre por un parque de la ciudad donde vivimos. Resulta que mi perra hizo algo que no hace habitualmente: Se revolcó completamente en mierda de perro. Si, si, en mierda. Podría hablar de heces o excrementos, pero la mierda suena más acorde con mi experiencia. Tristemente hay personas que pasean al perro y no recogen sus cacas, y en esta ocasión era abundante y bastante blanda, por lo que la perra quedó completamente sucia. Como decía, iba con mis peques, de 2,5 años y 8 meses, así que no quería dejar que la perra se les acercase y la tocasen. Así que la llamé, le puse la correa, y la llevé a la fuente más cercana, que saca agua a mucha presión (anteriormente había dejado a los peques con mi madre). Se que el agua no le gusta, y menos en la cabeza, pero yo NECESITABA limpiarla como fuese, la arrastré, le empuje, me ayudé de las piernas, se revolvió, me araño, insistí, luchamos, la inmovilicé, me marcó con los dientes tras bastantes minutos de «fuerza bruta», y consiguió sacar su cabeza del collar, y se fue. No quería volver, y yo la gritaba.

Y de repente, apareció una niña de unos 7-8 años que estaba con un grupo de niñ@s de un casal y me dijo algo como «Señor, estaría bien que tratase mejor a su perro». A mi me salieron dos reacciones: La primera decirle algo así como «estaría bien que no te metas donde no te llaman» (que me callé a la mitad al ver su carita), y la segunda justificarme, explicándole a la niña que la perra estaba llena de mierda y que no podía permitir que se acercase a mis hij@s (que si que hice).

Seguidamente respiré, recuperé mi centro, equilibré mi energía, y volví a actuar desde el amor, llamando a Nala para lograr algo bueno para todos. Ella, aunque con las orejas bajas, vino al cabo de poco, permitió que le pusiese la correa, me lamió la mano para perdonarme, pedirme perdón y gradecer mi cambio de actitud, y permitió que la acabase de limpiar con toallitas de bebé (una de las ventajas de pasear con niños).

Por un rato perdí completamente el control, y estuve actuando desde la rabia, el dolor, el miedo, la necesidad de dominio, la hostilidad, la agresividad, y un sinfín de lugares en los que no me gusta situarme y menos para guiarme en mis relaciones con los seres a los que quiero, en especial mi familia (si, la perra forma parte). Y tuvo que ser una niña valiente que se atrevió a ir a decirle a un adulto en cólera, con su dulzura, lo que ella creía que no estaba bien.

Así que le quiero dar las gracias a esa niña, por ser como es, por atreverse, por permitirme recuperar mi centro en ese momento, y por saber que los animales también merecen ser tratados desde el amor más puro. Si alguien que la conoce lee esto, agradeceré que se lo hagas llegar.

Deseo que si estás leyendo esto sepas desde dónde actúas, o que empieces a poner atención, y que logres actuar el máximo de veces posible desde ese lugar en el que la magia real se produce, desde el AMOR. Yo espero corregir más rápidamente mi manera de actuar en próximas situaciones (aunque espero sucedan pocas de estas que me sirven de aprendizaje tan brutal).

Desde mi centro, desde el amor más puro:

Gracias por leer, comentar y compartir!!!

Transmitiendo emociones, transmietiendo energía

Soy un ferviente seguidor de Cesar Millán (El encantador de perros), ya que me fascina la capacidad que tiene de entender a los perros, lo que éstos necesitan, lo que transmiten, y lo que las personas que comparten sus vidas podrían hacer para mejorar fácilmente la vida de toda la familia (o manada). Realmente es un gran ejemplo para todos los que nos dedicamos al acompañamiento a la mejora.

¿Y qué es lo lo hace tan eficaz y eficiente en su trabajo? Creo que lo que mejor le define es «la paz, serenidad y seguridad que transmite». Y esa energía, esas emociones, ese estado, se traslada a todo su entorno, igual que hacen todos los perros de su manada cuando un nuevo miembro se incorpora.

Nala es una perrita de cuatro meses y medio que vive con mi mujer y conmigo desde mediados de agosto. Tiene una gran cantidad de energía que transmite de muy diversas maneras. Esta mañana hemos tenido la suerte de que, en el parque por el que acostumbramos a pasear, organizaban una exhibición canina. Una oportunidad para aprovechar!!! Así que he ido con Nala, y hemos estado paseando entre gran cantidad de perros adiestrados, de perros tranquilos, y nos hemos estirado en el césped junto a muchos otros perros que transmitían una energía de tranquilidad. Mientras habitualmente al encontrarse con otro perro ha querido jugar de manera insistente, hoy ha aceptado que estar tranquila era algo bueno. Tras estar estirada hemos paseado, entre varios perros, niños, cochecitos, etc…  y Nala ha estado tranquila. Como buen seguidor de Cesar, tanto al pasear como al estar en casa, tomo conciencia de mi energía, de lo que transmito para facilitar que Nala sea una perra feliz, y hoy la energía de muchos otros seres (perros y personas), ha colaborado a esa finalidad.

Como todo el mundo habrá oído alguna vez: «Estate tranquilo, que los perros huelen el miedo, y si lo huele vendrá hacia ti» (o algo similar). Y eso es así con los perros.

¿Y con las personas? Pues entre los seres humanos sucede exactamente lo mismo, aunque intentemos pasarlo todo por una pequeña parte de nuestro cerebro que creemos que es la que utilizamos para controlarlo todo y tomar las decisiones.

Es inevitable transmitir nuestras emociones. Es inevitable que nuestro nivel energético sea algo que compartimos con nuestro entorno, aunque sea como la luz de casa (la mayoría no sabemos qué sucede cuando le damos al interruptor y se hace la luz, simplemente, aunque no lo veamos, la energía existe).

¿Y qué acostumbramos a hacer con esas emociones, con esos estados anímicos, con nuestro nivel energético, con lo que transmitimos mucho más allá de las palabras que usamos? Creo que en muchas ocasiones simplemente no hacemos nada. Buscamos estrategias de actuación basadas en la «lógica», en nuestra capacidad cognitiva, sin tener en cuenta lo que hay de fondo.

Tanto a nivel personal, como a nivel organizacional se puede actuar tomando conciencia de que esa energía existe y actuar en consecuencia, responsabilizándose de lo que hay en cada uno de nosotros como individuos, de lo que hay en cada equipo o en cada sistema humano al que pertenecemos.

El viernes tuve la oportunidad de asistir a la presentación del libro «Energía Organizacional. 7 pilares de excelencia empresarial», escrito por mis amigos y colegas, Enric Bernal, Joan Cos y Xavier Tarré, socios y co-fundadores de Pinea3 Living Organizations. También tengo la suerte de colaborar con ellos, y poder comprobar cómo esta conciencia energética, esta influencia sistémica, y los estados anímicos, afectan y contribuyen a empeorar o mejorar las organizaciones, igual que a las personas a modo individual, lo que tengo la oportunidad de vivir diariamente en los procesos de acompañamientos individual a la mejora.

  • ¿Qué haces tu con tu energía?
  • ¿Tienes conciencia de ella y de cómo la utilizas?
  • ¿Qué haces con las emociones y energías de tu entorno?
  • ¿Eres consciente de cómo te influye el nivel anímico de las personas próximas a ti?
  • ¿Transmites lo que deseas a tus seres queridos?
  • ¿Y cómo es todo esto en tu puesto de trabajo? ¿A nivel individual? ¿A nivel de equipo? ¿A nivel de organización?

Mejorar es posible. Como leía hoy mismo «Si crees que es posible, ya tienes la mitad del éxito asegurado».

¿Quieres tener éxito? Si quieres te acompaño, en las dos mitades: 1) Creer que es posible. 2) Hacerlo realidad.