
Durante gran parte de mi vida tuve fobia a las abejas, avispas y similares (el por qué o el para qué lo dejo para otro día). Para quien no conozca sobre las fobias, se trata de miedos irracionales, algo contra lo que el inconsciente avisa, como un peligro magnificado en consecuencias y maximizado en probabilidades de suceso. En mi caso, al ver una abeja, salía corriendo, pasase lo que pasase (un camión por encima daba igual, lo peligroso para mi psique era la abejita).
Por suerte, como parte de mi camino, un mes de agosto, hace ya 15 años, realice un intensivo de PNL (Programación Neuro Lingüística), y uno de los ejercicios que aprendí, teórica y prácticamente, fue la «Cura rápida de fobias». Y funcionó, y desde entonces, las abajas, sin ser mis mejores amigas, tan solo «molestan» cuando hay comida al aire libre y vienen a buscarla. En estos años he pisado un par de ellas caminando en la piscina, a lo que no le di excesiva importancia, aunque doliese (quizá ya algo podría haber escuchado). Ese agosto del 2009, ese practitioner de PNL puso la semilla del dragón que acaba de nacer.
15 años más tarde, este agosto, creyendo que iba para descansar y desconectar, en un retiro de 4 días de Movimiento de Centros de Energía, lo que realmente ha sucedido es que me he re-conectado, equilibrado y empoderado. No voy a dar detalles del retiro, solo diré que fue para mi espectacular, por lo trabajado a nivel de cuerpo y, desde ahí, mente, emociones, espíritu y conexión, y, como resultado de todo lo que se movió, vino una abeja (o similar, no pude verla) el último día, al acabar todo el trabajo de movimientos, y decidió picarme, despertando o alumbrando de ese modo a mi dragón, que ha decidido que ya es buen momento para nacer, para mostrarse. Si, esa picadura me demostró que realmente estoy en paz con las abejas, pero la picada, 3 semanas después, continúa allí, doliendo, y hasta hoy no me he dado cuenta, tras haber soñado ayer con que me volvía a picar, que sigue allí para recordarme que ese camino que inicié hace 15 años está bien retomarlo y que todas las señales y sincronías de la vida en estas semanas tienen todo el sentido para que así sea.
Así que estoy aceptando ese dragón, que ha ido creciendo dentro de mi estos 15 años, con todo lo vivido, con todo lo aprendido, esperando el mejor momento para decidir mostrarse. Ha nacido hace poco, es todavía un bebé al que estoy permitiendo aprender a volar, cuidándolo con delicadeza todavía. No es fácil, de ahí que seguramente haya sido necesaria la espera y que se diesen las circunstancias actuales. No es que tuviese que pasar el tiempo y yo estuviese esperando, no ha sido una espera paciente. Es que era necesario que sucediesen muchos eventos y que yo accionase muchas teclas para llegar a este punto. Quizá otras personas requieren menos tiempo, escuchan antes, o no temen a su dragón. La verdad es que yo al mío lo he temido y mucho. Y le sigo teniendo un gran respeto, para que negarlo. La diferencia es que he ido comprendiendo y las últimas semanas, gracias también a algunos espejos mágicos, he podido poner palabras a la estructura de mis pensamientos y emociones vinculadas a ese dragón, a su poder, que es el mío, a su capacidad destructiva que es igual a la creadora, y a muchos otros aspectos de mi SER esencial.
Y ahora estoy preparado, dispuesto y capacitado, para que ese dragón vuele alto, para crear desde un lugar poderoso, para aportar todo lo que he venido a aportar al mundo, desde el disfrute y la convicción, con la tranquilidad de que ese poder lo voy a poner a un buen servicio, sin miedo a su capacidad destructiva, que va a estar siempre ahí, y que decido mirarla y aceptarla. Y he conectado con varias personas, en diferente modo y con diferente intención en estos 21 días desde esa picadura, que me confirman el camino, aunque espero volar alto para verlo más claramente dibujado, ya que ahora tan solo lo intuyo. Voy a volar, y siento que voy a estar bien acompañado en este vuelo hacia ser mi mejor versión, mi ser más puro, librándome de condicionamientos limitantes (al máximo que pueda en cada momento), dejando los miedos tan solo para su utilidad esencial de protección inmediata, danzando con la música que me mueve a vibrar alto.
He de hacer mi camino, y tu el tuyo. Nadie puede hacer el de otra persona. Pero disfrutar de compartir caminos, aprovechando el aleteo de otras bellas almas para hacer más fácil el propio y regalar también el propio para facilitar el de otras, es genial. ¿Me acompañas a disfrutar de este camino hacia la felicidad? (no te voy a engañar, no esperes que paseemos como teletubies por un simple y apacible césped, es un camino de dragones poderosos, y hay que atreverse a mirarse, a reconocerse, a aceptarse, a quererse a disfrutar, a mostrarse, a cambiar, a perdonarse, a equivocarse, a vivir…..).
Te espero en mi vuelo que, si también es el tuyo, puede ser el nuestro.